Mirar el arte más allá del arte: Ensayo tras el documental “¿Qué tienes bajo el sombrero?”

El Outsider art o arte marginal es una práctica muy especial en relación a otras praxis artísticas. Es, como hemos visualizado, una manifestación en base a técnica e instintos que se ubica en un lugar “al margen” de las formalidades académicas y fines estéticos que se encuentran generalmente, detrás de obras de arte generadas por procesos artísticos profesionales. El arte marginal entonces, entendido desde la creación en una necesidad casi compulsiva de un sujeto, que trae en sí misma la única intención de crear y no de realizar ambiciosas reflexiones formales ni académicas y menos aún, esperando ser recibida por un espectador, se configura como una expresión artística al margen de lo tradicional (Barrera & Peñafiel, 2018). Esta reflexión deviene de observar la acción creadora más allá de fines estéticos: en su completitud, incluyendo al sujeto que crea e intentando comprender sus necesidades y en especial, su bienestar. Mirar más allá del arte quiere decir en lo personal, avistar al otro en su creación e inmiscuirse en lo que estos procesos individuales le benefician o afectan e intentar evaluar sus implicancias.


Desde quienes han estudiado bastamente la temática, se reconoce que la actividad creadora física y mental -integradora podríamos llamarla- en sí misma y sin objetivos resignificantes, ya produciría en su proceso el devenir de diversos beneficios asociados a lo terapéutico: “Según Kramer, y esto la diferencia de Naumburg, la actividad artística en sí ya tiene su utilidad y sus efectos terapéuticos. Esta concepción recibe el nombre de «el arte como terapia».” (Marxen, 2011). El arte como terapia invita a comprender cómo la acción integradora visual, táctil y mental originada desde el sujeto lograría modificar ciertas conductas, condiciones o situaciones que en sí, pueden favorecer la salud, bienestar o calidad de vida del mismo.


En contraste, encontramos el concepto de arteterapia, donde el beneficio, la resignificación o elaboración individual es guiada en función de la situación específica de cada persona: “La arteterapia es de gran ayuda cuando el funcionamiento normal del individuo se ve alterado, ya sea por razones biológicas, psíquicas o sociales. Su aplicación está especialmente indicada para aquellas personas que, en virtud de la enfermedad que padecen u otras razones, tienen dificultades para articular sus conflictos verbalmente.” (Marxen, 2011). Si bien el arte como terapia acomodaría más al arte marginal por sus beneficios en paralelo pero no intencionados, igualmente podemos observar que los beneficios asociados al arteterapia se producen en sujetos como Judhit Scott, quien en la imposibilidad física de hablar y escuchar, encuentra un espacio integrativo de expresión sumamente individual que refuerza su autoestima, modifica hábitos, favorece el desarrollo de estructura y facilita el encuentro social con otras personas.


En este momento, es donde cabe preguntarse por los conceptos de salud y bienestar, y cómo los aprehendemos. “La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades». (OMS, 1948). Bajo esta sencilla significación, podemos atender que no solamente la reparación de enfermedades ni su ausencia completan la salud, sino más bien se adhiere la idea de bienestar, en una promoción de mejoría de la calidad de vida de cada persona y comunidad. El arte, en el caso del arte marginal y las intervenciones artísticas en el ámbito comunitario y social, podría perfectamente sistematizarse como promotor de la salud y el bienestar social, lo cual de alguna forma regresa a la comunidad el beneficio y recepción del arte especialmente de las artes visuales, las cuales generalmente se encuentran asociadas a circuitos de mayor elite y estratos sociales o culturales sesgados.


En España, el proyecto I+D+i desarrolla trabajos artísticos múltiples en contextos de salud, donde el arte de comportaría como un agente de cambios positivos en los lugares y momentos que se instala. En el mismo, se considera las siguientes necesidades en función del bienestar:

“...Las necesidades de investigación, desarrollo e innovación, implican la atención flexible a la diversidad de circunstancias en los ámbitos, sanitarios, sociales y de seguridad y salud en el trabajo, que garanticen niveles sostenibles de calidad de vida para todos los grupos de población, y sirvan para enfrentarse a los nuevos retos que nuestra sociedad presenta para actuales y futuras generaciones (...) La diversidad de circunstancias, cambiantes a lo largo de la vida, exige unas tecnologías sanitarias, de apoyo y de seguridad y salud en el trabajo, que posibiliten y faciliten a todas las personas su desarrollo individual y social, en beneficio de toda la colectividad. (Plan nacional I+D+i, (2004-2017) Ministerio de Ciencias e innovación citado en Ávila, 2013, p.125).

El desarrollo individual está directamente relacionado al social, y si la actividad artística creativa puede ser beneficiosa de forma individual, en sí misma también lo sería para la comunidad. La existencia de espacios de expresión no verbal para personas que puedan desarrollarse en el arte marginal puede llegar a configurarse como una línea de bienestar social comunitario valiosa. Es la concepción del proceso creador la que permite que las personas puedan sentirse cómodas, desarrollarse íntegramente, sentirse escuchadas sin hablar y favorecer su auto concepto. En el arte entendido como terapia en menor grado que en el arteterapia, “Siempre interesa más el proceso creativo que el resultado final.” (Marxen, 2011). Si bien esta es una línea discutida en el establecimiento de diferencias entre ambas aplicaciones, como artista me encuentro en situación de entender que si bien el arte marginal produce una obra y es ésta la que importa antes que un proceso que elabore significados, sí se produce la paradoja en el outsider art de que el creador se encuentra “creando” y que lo que a él le importa sólo es ese proceso, sin intencionar una observación donde el espectador complete su obra: en ese momento la suelta. En sí mismo y para el sujeto, el arte marginal posee solamente proceso, antes que producto, y se toca sutilmente en sus beneficios con el arteterapia.


Se logra avistar un acercamiento de las artes y de los artistas hacia una otredad que no es el arte mismo, sino que va más allá. El profesional se acerca a un grupo comunitario, y a través de la enseñanza de técnicas artísticas, espera un proceso y una obra: de la cual el sujeto obtiene los beneficios sustentados en el proceso. La disciplina artística obtiene una obra creativa la cual es observada y analizada estéticamente, lugar del cual el sujeto ya no participa. La persona en situación marginal, según su misma expresión indica, se encuentra viviendo y recibiendo un concepto que generalmente se encuentra sesgado para toda la población o elite, dado que las galerías de arte o saberes técnicos artísticos y académicos pocas veces llegan a presencia de las minorías. Son estos tópicos los que permiten relacionar al arte en la salud y cómo existen diversidad de ejemplos que su aplicación pos favorecer la calidad de vida de las personas a la vez que regresar un espacio disciplinario que por cuenta histórica, pertenece a los más favorecidos de las sociedades.


Finalmente, relacionar el arte a la salud y a la praxis en diferentes situaciones tales como el arte marginal o el arte en hospitales (España proyecto I+D+i), por ejemplo, permite observar sus implicancias en los procesos individuales (beneficios a nivel de expresión y calidad de vida) tanto como colectivos (experienciar la disciplina artística en estratos o segmentos sociales diversos, además de los aportes a salud) lo que implica ser testigo de una transformación práctica e interventiva del rol del artista, sus intereses y visiones fuera de lo estético en sí aceptando a un sujeto que vivencia de forma totalmente distinta, la creación de una obra. Es interesante cómo esta obra, al mismo tiempo, puede aportar tanto beneficios al sujeto (mediante el proceso) como valores estéticos finalmente en el momento en que el individuo la deja para dar paso a la expectación de la obra e inclusive, hacia su venta. Es un reconocimiento del otro, empático y respetuoso de la individualidad y tiempos personales que aunque con ambición estética, se concentra en priorizar la creación y creatividad, pilares fundamentales del ser humano.

Referencias

Ávila Valdés, N. (2013). Un modelo de integración de arte y salud en España: el proyecto curArte I+D. Revista Hacia la Promoción de la Salud, 18 (1).


Barrera, L., & Peñafiel, I. (2018). [Video documental]. Revisado en http:// www.documaniatv.com/arte-y-cine/que-tienes-debajo-del-sombrero-video_fbbcc2b26.html


Marxen, E. (2011). Diálogos entre arte y terapia (1st ed., p. 23). Barcelona: Editorial Gedisa.


Organización Mundial de la Salud. Constitución de la OMS. (Internet) Geneva:1948 (Revisado el 18 de Junio 2018) Disponible en http://www.who.int/ about/mission/es/

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